álvaro lema mosca



De esta manera tan inusual



Con el corazón abierto
Los ojos hundidos
Y los pies sucios

Con todo eso
Y con nada eso
Contigo y Sintigo
Por ti y por vos

Escribo estos aires
Llenos de silencios
Y en sus colores mezclo
Un jazmín y un delirio

Que se vuelve eterno
Canción oscura
De aquella razón por
La que ya no tengo razón



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Números



Nacemos siendo uno
y así crecemos
en soledad

Pero si tenemos suerte
en el camino
encontramos otro uno

Entonces, si hay
equilibrio
esos unos ya no son
dos
sino que siguen siendo
uno

Con la salvedad de que
ese uno no es el mismo
de antes
Sino un uno compuesto
un uno de ahora

Y es allí cuando el equilibrio
ese equilibrio que los humanos
llaman amor
se vuelve fundamental
porque es la ligazón
que los une

Y cuando desaparece
de forma mágica y violenta
esos dos unos que siguen siendo
uno
se convierten de pronto en
dos



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El amor contigo



Primero fueron tus besos
Calientes y húmedos
Tu boca grande
Tu sonrisa perfecta
Después tus caricias
Tiernas y suaves
Tus dedos finos
Largos
El roce de tu piel
Y la mía
El sabor de tu aliento
En mi oído
Tus besos en mi pecho
Mis besos en tu abdomen
Plano
Tu lengua y mi lengua
En un nudo mojado
Recorriendo todo
No olvidando nada
Luego
El frenesí
El abrazo
El ardor
El latido
La música
La palabra
La mano
La sensación
El gemido
El susurro
El apretón
La zozobra
La excitación
La locura
El líquido blanco
El grito
Y por último
Tu risa
Cristalina
Alegre
Pegajosa
Y otra vez tus ojos…
Tus hermosos
Ojos negros




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Álvaro Lema Mosca (Florida, 1988)


Nació en el departamento de Florida, República Oriental del Uruguay. Desde 2007 vive en Montevideo, donde ha estudiado literatura y ciencias de la comunicación. Además de desempeñarse como profesor en educación secundaria, se ha preocupado por la investigación literaria y semiótica, publicando artículos tanto en su país como en Brasil, Colombia y España. Ha publicado también cuentos en diversas revistas y webs. Su blog es www.escritorescribiente.blogspot.com

osvaldo aguirre

El sueño de las casuarinas

Mirá

lo que son

las cosas:

se duerme

una rama

en las casuarinas.


Y no está

podrida,

nada.


Se duerme después
de una vigilia de años

—desde que vinieron

los albañiles de Bogado

y se hizo la casa

están esas plantas.


Así dicen
los paisanos.

La piedra bárbara

no dejó espiga

en pie,

el tornado

se llevó techos

y silos en el pueblo,

tumbó al tren

de la madrugada

en Juan B. Molina

pero las casuarinas

ni se mosquearon.


¿Las casuarinas?
Hacían de cuenta

que un sol radiante

las limpiaba.


Y ahora, así dicen

los que saben,

se duerme una rama.

Según he visto,

les ataca de pronto

entre octubre

y diciembre: mirá

cómo son

las cosas.


La primera vez
me di cuenta

porque la yegua.

Fue un estruendo:

la rama callada

en el suelo,

no podrida ni nada,

y en las otras

el silbido de la brisa,

como velándola.


Y desde que vinieron

los albañiles —de antes,

porque no había más

que tierra y animales

cuando sembraron,


en dos hileras enfrentadas,

esas plantas.


Cuando la sienten

dormirse, dicen,

carpinteros, palomas,

calandrias, caseros,

todos dejan el nido,

porque en el suelo

no ofrece abrigo.


Y las otras silban,

estremecidas

por la brisa.


Como una ramita,
como una hoja

que se quiebra,

como un yuyo

que uno corta

y se lleva a la boca.


Mirá
lo que son

las cosas:

cuando el casero

mezcla barro y paja

en una rama extraña

anuncia el sueño

de la casuarina.


Y me di cuenta

porque la madrina,

la campana guiando

a locas el potrillo,

y el llanto de los perros,

como si hubieran visto

al mismo diablo.


Pasó varias veces

la lluvia grande,

pasaron las tormentas

más tremendas,

la piedra y todos

los vientos conocidos.

Para las casuarinas,

como una noche

serena y de cielo

sembrado de estrellas.

Esa rama silbaba,

se quejaba, crujía,

según, con las otras,

pero ahí estaba,

despierta, como nueva.


Y cuando comenté

me contaron

que los paisanos dicen

que a lo mejor se cansan

de tanto trabajo

con el viento y el agua,

que no es joda,

o se agotan con la vigilia,

y que lo cierto

es que de pronto,

de un día para el otro,

se quedan dormidas.


Mirá
lo que son

las cosas:

mirá

cómo son.



El sueño de las casuarinas pertenece al poemario Lengua natal (Ediciones En Danza, 2007)


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Osvaldo Aguirre (1964, Colón)

Osvaldo Aguirre nació en Colón, provincia de Buenos Aires. A parte de poesía, Osvaldo publicó novelas, cuentos, crónicas, investigaciones periodísticas y participó en dos antologías: Poesía en la fisura (1995) y Tres décadas de poesía argentina 1976-2006 (2006). Los poemarios de Osvaldo son: Las vueltas del camino (1992), Al fuego (1994), Narraciones extraordinarias (plaqueta, 1999), El general (2000), Ningún nombre (plaqueta, 2005), Lengua natal (Ediciones En Danza, 2007), Campo Albornoz (Casa Editorial HUM, 2010) y Tierra en el aire (Gog y Magog ediciones, 2010).