(Fernando VI)
HAY indicios de caligrafía en ese charco, pedazos de
sintaxis
en el humo de los automóviles,
escritura suelta: como la brusquedad con que camina esa chica
empujada desde adentro.
Traen alivio estas señales: las prefiero
al silencio: frases como un resto marino
que dan intensidad a estos retazos.
Leo, directo, indago el borde
por donde todo quiere huir: no dejo nada en paz;
y cuando esa chica se pierde calle abajo,
aquí no queda nada, ni siquiera yo: el que entiende qué ha
quedado.
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DE todas las teorías, la que más me intriga es la de la
reencarnación: no
por lo improbable de haber sido hugonote
o coliflor en una huerta etrusca,
sino por la sugerencia implícita de que
cada uno de nosotros merece haber sido otra cosa.
Hablo de merecimientos: la insistente sucesión que viene
desde lejos: el que es, el que
pudo haber sido
o para averiguarlo con ejemplos: el que quiere el bien y hace
el mal, el que tala un bosque y
ronca bajo el agua,
el que degüella la gallina para la cena pascual,
el que se disgrega en la noche con las canciones de la buena
nueva: o
el que, como cualquiera de nosotros, ha heredado un error.
Hasta que nos retiramos juntos hacia un rumbo inesperado,
y ahí queda la pregunta de si es útil buscarnos en la ceniza
funeraria donde, todos revueltos, estamos inventando
un porvenir.
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(balcón hacia un centro de manzana)
COMPARO esta tormenta con
la que caía encajonada en San Lorenzo: me mojo
con ambas y así voy entrando en este juego
de olvido y resurrección: pero la memoria
no elige tanto como parece: me elige siempre a mí, soy el que
se moja con las dos tormentas,
el que olfatea
y ahí empieza el verano,
el que tampoco elige su mojazón, el que oye la copla:
que llueva sobre mí
agüita en el peladar,
y el que contesta con los pulmones llenos de una gran
confianza.
Que llueva sobre mí: de dos tormentas haremos el eje
y también la periferia.
Los 3 poemas pertenecen al poemario Calles (Ediciones del dock, 2004).
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Santiago Sylvester (1942, Salta)
Estudió Derecho en Buenos Aires, residió casi veinte años en Madrid y actualmente vive en Buenos Aires. Por su poesía ha recibido, entre otros, los premios Sixto Pondal Ríos, el del Fondo Nacional de las Artes, el 3° Premio Nacional de Poesía, el Jaime Gil de Biedma y el Gran Premio Internacional Jorge Luís Borges. También ha recibido en España el premio Ignacio Aldecoa por su libro de cuentos La prima carnal (1986). En 2003 publicó el ensayo Oficio de lector. Su vasta producción poética está comprendida por: En estos días (1963), El aire y su camino (1966), Esa frágil corona (1971), Palabra internacional (1974), La realidad provisoria (1977), Libro de viaje (1981), Perro de laboratorio (1987 – Reeditado por Ediciones del dock recientemente), Entreacto (antología de la colección ICI-Quinto Centenario, de Madrid – 1990), Escenarios (1993), Café Bretaña (1994), Antología poética (en la colección de Poetas Argentinos Contemporáneos, del Fondo Nacional de las Artes – 1996), Número impar (1998), El punto más lejano (1999), Calles (Ediciones del dock, 2004), El reloj biológico (Ediciones del dock, 2007) y La palabra y (Ediciones del dock, 2010). Recientemente ha colaborado en el libro de ensayos acerca de Héctor Viel Témperley (Ediciones del dock, 2011).