ARIADNA
Ariadna, tu nombre entraña
una procaz belleza,
por la saña bendita esa
que los pardos ojos tuyos apañan.
Tal como un alfabeto de curiosas letras,
estrellas extinguidas
que en el firmamento su constelación aun digitan;
como cáliz de entereza,
fanal en ademán de bienvenida.
Por las leyendas inauditas que te suponen inmortal,
por las que te recuerdan princesa,
el mismo idioma nos guía
como costura, en el lenguaje
de unas agujas y del tejido como promesas,
que entre los bacanales dormitan
sus insólitas figuras todavía.
…
Ariadna, el sueño es un reposo inconfortable que
abre paso a la vigilia imperiosa, andado
con su flama curiosa que inquiere
Sobre un futuro aún alejado, en un presente,
sobre todo pasado.
* * *
III
Que el corazón no se te ahogue en el pecho
Que si de masticar tiento se endurece el buche
Todavía le quepa un tacuche a la canción y cierre
El común derroche de sensación
como un inocente con derecho.
Que por lo menos lo intente!
Y no acorase de bravura esa parla,
si para endulzarle el oído a la farra
se está aún lejos de un broche.
No sé. No debiera ponerse malo
Resentirse de lo dado igual
que por todo lo negado,
dolido en lo más adentro de un momento
presente, que en realidad es pasado,
pero en el mismo estado permanentemente.
Como el cuento que al final se hizo humo
y vino otro cuento,
de todo nos queda solo lo vivido,
de lo que pudo corregirse, lo que no se corrigió
y de lo sentido, apenas lo que se sintió.
Ambos poemas son inéditos
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Manuel J. Pintos (1981, Buenos Aires)
Es poeta, librero, payaso, músico. Es licenciado en Periodismo. Como redactor trabajó en la web de El Gráfico y colaboró en la revista El Zordo.